St. Patrick's Day

Volví al atardecer y puse el ramo encima de la mesa. Joan había salido a hacer un recado y no estaba en casa. Le había comprado unas flores por St. Patrick's Day y las dejé allí a la espera del jarrón que las acogería más tarde.  Quería corresponder al precioso regalo que ella me había hecho por la mañana al salir para el desfile del día nacional de Irlanda, prendiendo en mi abrigo un "shamrock". Un ramito de tréboles que me hizo sentir parte de una comunidad internacional que  celebra el orgullo irlandés el 17 de marzo como si se tratase del mío propio. 
Es fácil entender la razón por la que un irlandés reclama su cultura y su origen un día como hoy a poco que se eche la vista atrás en su historia o se mantenga una conversación con alguno de ellos. 
Ya con las flores en el centro de la mesa y la cena como excusa para sentarnos juntas, la conversación fluyó por donde yo deseaba. Es muy fácil hablar con estas gentes, por abiertas, sinceras y espontáneas. "Yo fui verdaderamente consciente de todo lo que nos había robado la ocupación inglesa, (me comentaba Joan durante la cena), cuando comprobé que todas las personas que han llegado de tantos países diferentes y que han doblado la población de Dublín en la última década, tenían su propia lengua y nosotros la habíamos perdido.". Me impresionó esta frase, de hecho me dolió casi físicamente sólo pensarlo. No en vano, en la actualidad, el sistema educativo irlandés trata de recuperar esta hermosa lengua para la generación presente de jóvenes y las futuras. 
Seguimos hablando acompañadas de un buen vino durante casi dos horas. Me contó sobre la terrible hambruna del siglo XIX y como, mientras la gente moría en los caminos de frío y hambre, las patatas, el grano o el ganado se enviaban a Inglaterra y los señores quemaban las casas de los pobres que no habían pagado la renta. Me habló de la Revolución de 1916 y de los represaliados en Kilmaihan Gaol por enfrentarse al Imperio. 
Y me dije que al pueblo irlandés se le había robado durante cientos de años no sólo el pan, la tierra, el sustento, sus casas, sino su identidad. 
Por eso, recuperando para siempre sus raíces, por St. Patrick's, en Irlanda y en todos los países donde sus ciudadanos tuvieron que emigrar cuando fue un pueblo maltratado, perseguido y humillado, se visten de verde, portan sombreros de duende celta o prenden un ramillete de tréboles en su solapa. Todo acompañado de lo que ninguna metrópoli pudo usurparle y que Joan me recordó al final de la cena: "Nos robaron nuestra lengua y dejamos de hablarla y oírla por generaciones, pero nunca dejó de sonar nuestra música" 


 

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