Andalucia Travels Ireland

St. Patrick's Day Volví al atardecer y puse el ramo encima de la mesa. Joan había salido a hacer un recado y no estaba en casa. Le había comprado unas flores por St. Patrick's Day y las dejé allí a la espera del jarrón que las acogería más tarde.  Quería corresponder al precioso regalo que ella me había hecho por la mañana al salir para el desfile del día nacional de Irlanda, prendiendo en mi abrigo un "shamrock". Un ramito de tréboles que me hizo sentir parte de una comunidad internacional que  celebra el orgullo irlandés el 17 de marzo como si se tratase del mío propio.  Es fácil entender la razón por la que un irlandés reclama su cultura y su origen un día como hoy a poco que se eche la vista atrás en su historia o se mantenga una conversación con alguno de ellos.  Ya con las flores en el centro de la mesa y la cena como excusa para sentarnos juntas, la conversación fluyó por donde yo deseaba. Es muy fácil hablar con estas gentes, por abiertas, sinceras y espontáne

  OJALÁ VOSOTROS  PUDIESEIS  TAMBIÉN  VERLAS Dos años han pasado desde la última vez. Estos chicos, alumnos de la KCS, no han vivido más vida escolar en su instituto que la del confinamiento y pudimos ver sus rostros por primera vez hace tan sólo dos semanas, cuando la autoridades irlandesas decidieron que ya era tiempo de ir a clase sin mascarilla.  Decía que habían pasado dos años, dos años sin salir a una actividad complementaria o extraescolar hasta el pasado jueves 10 de marzo. Desde la biblioteca del centro, ya saben...ese "corazón que late" en nuestra escuela (porque ya también es mía), se lanzó la iniciativa de participar en el "Fresh Film", un festival de cine para jóvenes a nivel nacional. Y hubo un grupito de estudiantes que se embarcaron en la aventura. Sí señor, esos que a veces dormitan en el aula, quizá de entre los que bichean en Instagram mientras el docente lucha por hacerle entender una ecuación o por que digan "bedroom" en español.  De

CUANDO EL CORAZÓN DE LA ESCUELA LATE A pocos días de mi llegada a Dublín la semana pasada repetí, como un ritual, mi visita a The Trinity Library. La madera, el papel, las escaleras, el olor. La historia se congeló en el momento en que manuscritos, bibliotecarios e investigadores dejaron de mantenerla viva. Hoy visitamos un espacio muerto, bello sí, pero sin vida. Cuerdas y vigilantes nos alejan del bien preciado, los libros.  No es muy diferente de lo que hoy vivimos en tantas otras bibliotecas, donde estantes, cristales y cerraduras nos separan de lo que debería estar cerca; las historias, el teatro, los relatos, los poemas, o los cuentos e ilustraciones que nos trasladan a otros mundos, nos muestran realidades o nos dibujan sueños.  Eran y son las bibliotecas muertas, donde la vida se quedó parada hace tiempo y está esperando a que la dejemos latir de nuevo.  Esta semana he conocido algo diferente. No sé, porque no lo he preguntado, si tiene en su catálogo las grandes colecciones de

  Podría empezar por aquello de... "El día 21 de febrero salí de casa a las 6:30 hacia el aeropuerto...." Como en los tradicionales cuadernos de viaje. Pero mi aventura ErasmusPlus no se inicia hoy, comenzó en 2010, aún no tenía ese nombre que a todos nos evoca un viaje... Mi nivel de inglés, no me lo preguntéis. Me subí a un avión hacia Bristol y de allí, en el tren hacia Exeter, me vinieron a la mente las palabras de mi madre: "Niña, ¡qué laborintiosa eres! ¿a dónde vas tan lejísimos?" Luego ella ha sido mi compañera en todos los viajes que se sucedieron al amparo del Programa Erasmus; Cork, Dublín, Duhram, Cheltenham, Turín, Bratislava, Praga, Estambul, Londres, o Kongsberg, donde incluso he encontrado un compañero de viaje de vida, ¡hasta eso me ha regalado Erasmus! A ella le enseñaba las fotos a mi vuelta, y viajaba conmigo, porque siempre fue curiosa y ávida de conocimientos. Y, pese a que hay muchas veces en que cojo el teléfono para contarle cómo he pasado